domingo, 2 de noviembre de 2008

Kim Ki-duk - Hierro 3


A propósito del cine de Kim Ki-duk. Asistir a la proyección de un largometraje del director coreano Kim Ki-duk significa ingresar en un universo de representaciones simbólicas coloridas y pintorescas que responde a una lógica propia.
Un mundo habitado por seres acostumbrados a prescindir de la comunicación verbal; impulsados por una permanente búsqueda de redención; inevitablemente involucrados en relaciones tortuosas, signadas por la violencia; como si estar atrapados en esos vínculos para víctima y victimario fuese forzoso, tal si estuviesen señalados por un fatum trágico, o mejor, el efecto del karma.
Solo en filmes recientes como Hierro-3 o El arco (2005), esos lazos son consumados de forma satisfactoria, pero fantástica, influida por una mirada mística.
Los ámbitos donde desarrollan sus actos son consustanciales con esos personajes, por ejemplo: las cabañas flotantes de La isla (2000); las casas deshabitadas de Hierro-3; el barco de El arco; mientras que los objetos sirven para materializar esos modos de relacionarse: la caña de pescar en La isla; el palo de golf en Hierro-3; el arco en El arco.
Son metáforas visuales bellamente poéticas opuestas a imágenes de una dureza extrema, siempre alusivas a sus protagonistas continuamente obligados a un sacrificio, cual ritual de expiación.