lunes, 12 de abril de 2021

Michelangelo Antonioni - El pasajero


El pasajero (The Passenger, 1975) es una profunda reflexión sobre lo fugaz, lo efímero de nuestra existencia humana.
Una visión existencialista, pesimista del hombre: somos pasajeros en tránsito (a ninguna parte).
No sabemos quiénes somos, qué nos define, cuál es nuestra individualidad.
No podemos ser otros, escapar de nosotros mismos, eludir nuestra condición.
Estamos acá, sin saber porqué, sin hallar respuestas a ninguna de las preguntas esenciales.
Hasta que un día, sin razón alguna, lo que fuimos se desvanece en el aire, sin dejar rastro.

Locke (Jack Nicholson) es un corresponsal de guerra que aprovecha la ocasión perfecta para convertirse en otra persona... sin éxito.
La chica (Maria Schneider), anónima, casi una aparición, un espectro, una fantasía del periodista.
La fotografía de un desierto del Sahara remoto, estéril, desolado hasta propiciar un colapso nervioso en el frustrado cronista cuando se descompone el jeep en el que se traslada; y una España Sur igual de inhóspita, yerma, solitaria como el paisaje lunar, descorazonadora; acentuando la sensación de aislamiento, de estar ante un hombre perdido, a la deriva, enfrentado a solas con el vacío existencial, es magnífica.