sábado, 23 de octubre de 2021

Abel Ferrara - El rey de Nueva York


La mirada gélida de Frank White (Christopher Walken) en el principio de El rey de Nueva York (King of New York), viajando en una limo luego de salir de prisión, transmite el sentir todo del extraordinario filme de Abel Ferrara (el espléndido guión es obra de Nicholas St. John y la magnífica fotografía de Bojan Bazelli).
Es la de un tipo duro desencantado de la vida que, como los héroes de los viejos buenos westens, sabe/siente que ya no pertenece a este mundo, que es un dinosaurio, una especie en extinción, un souvenir del pasado; y todos los esfuerzos de un "reformado" Frank por reinsertarse, por reconvertirse, por promover una metamorfosis a la legalidad, serán por supuesto en vano.
Desde las mágicas escenas iniciales, Ferrara rinde merecido homenaje a Martin Scorsese y su célebre largometraje Taxi Driver (1976): Walken, como su amigo Robert De Niro en el estelar rol de Travis Bickle desde el asiento delantero de su taxi, mira a través de la ventanilla la podredumbre que se ha apoderado de las calles, y apenas atina a exhalar un suspiro.
El realizador se sirve en dichas tomas de un espléndido claroscuro: el alumbrado público proyecta haces de luz iluminando el pálido rostro de Frank sentado en el interior de la limusina; mientras que de los faros del vehículo emanan ráfagas que adoptan la forma de olas bañando las calles pobladas de traficantes, proxenetas y prostitutas. Todo otorga un carácter espectral, fantástico a esas secuencias.

sábado, 8 de mayo de 2021

Kim Ki-duk - Samaritan Girl


Como uno de los clásicos cuentos de hadas popularizados por los hermanos Grimm, Samaritan Girl es un relato en apariencia inocente que su desarrollo permite revelar algo sombrío subyacente.
Dos adolescentes: mientras Jae-yeong (Han Yeo-reum) se prostituye con la intención de redimir a sus clientes; Yeo-jin (Kwak Ji-min) se dedica a concertar las citas y atesorar el dinero con el propósito más prosaico de reunir la cantidad suficiente para viajar a Europa.
Samaritan Girl es otra fábula religioso-moral de Kim Ki-duk acerca de la posibilidad de salvación; cuyas protagonistas son mujeres que toman decisiones, cuestionables o no, pero que entrañan el ejercicio del libre albedrío; y a su lado, están hombres incapaces de aceptar esa potestad, cuya respuesta única es la violencia.
Esta nueva parábola es una excusa para Kim Ki-duk de volver a proyectar su obsesión acerca de una sociedad en la cual la disparidad en la autoridad asignada a los roles del hombre y la mujer parece ser tan rigurosa que no existe suficiente espacio para una comunicación donde emisor y receptor estén situados en un plano de igualdad.
Pero el discurso fuerte, extremo, oscuro del realizador coreano, no es necesariamente pesimista, y habitualmente ofrece, si bien no una solución, al menos la oportunidad de reflexionar con el objeto de encontrar una solución concreta al conflicto planteado; y al mismo tiempo, amortiguar el efecto de sus duras imágenes para tranquilidad de los espectadores impresionables.

lunes, 12 de abril de 2021

Michelangelo Antonioni - El pasajero


El pasajero (The Passenger, 1975) es una profunda reflexión sobre lo fugaz, lo efímero de nuestra existencia humana.
Una visión existencialista, pesimista del hombre: somos pasajeros en tránsito (a ninguna parte).
No sabemos quiénes somos, qué nos define, cuál es nuestra individualidad.
No podemos ser otros, escapar de nosotros mismos, eludir nuestra condición.
Estamos acá, sin saber porqué, sin hallar respuestas a ninguna de las preguntas esenciales.
Hasta que un día, sin razón alguna, lo que fuimos se desvanece en el aire, sin dejar rastro.

Locke (Jack Nicholson) es un corresponsal de guerra que aprovecha la ocasión perfecta para convertirse en otra persona... sin éxito.
La chica (Maria Schneider), anónima, casi una aparición, un espectro, una fantasía del periodista.
La fotografía de un desierto del Sahara remoto, estéril, desolado hasta propiciar un colapso nervioso en el frustrado cronista cuando se descompone el jeep en el que se traslada; y una España Sur igual de inhóspita, yerma, solitaria como el paisaje lunar, descorazonadora; acentuando la sensación de aislamiento, de estar ante un hombre perdido, a la deriva, enfrentado a solas con el vacío existencial, es magnífica.

miércoles, 24 de febrero de 2021

Aki Kaurismäki - Luces al atardecer


Luces al atardecer (tercera entrega de la trilogía Finlandia, luego de Nubes pasajeras y El hombre sin pasado) empieza con una postal de Helsinki al amanecer, mientras suena la voz de Carlos Gardel cantando Volver.
Las imágenes en el cine de Aki Kaurismäki son sobrias, pulcras, austeras, frías, ascéticas.
Los exteriores tienen lugar temprano en la mañana o de noche, inevitablemente grises, descoloridos, crudos.
El sol no parece calentar en Helsinki.
Apenas asoman unos tibios rayos invernales sobre el patio de la prisión donde Koistinen (Janne Hyytiäinen) comparte un recreo con un grupo de internos, esbozando la única sonrisa en todo el metraje.
No hay escenas ociosas, de relleno, todas son significativas y tienen una enorme potencia visual.
La secuencia final, en particular, sirve para expresar un gesto de humanidad, dignificante, apenas esperanzador; rememorando otras similares de las pelis de los Dardenne (por ejemplo, aquella incluida en el epílogo de El niño).

Las relaciones entre las personas en Luces al atardecer responden inalterablemente a un interés, son una mera transacción, una forma de intercambio sin lugar para el afecto o los sentimientos.
Querer a otro no parece ser la mejor opción, sino que supone estar destinado a una larga espera sin ser correspondido.
El trato recibido por el pobre de Koistinen es despiadado, totalmente falto de compasión.
Todo el calor lo aporta la (recurrente en los filmes del finés) banda de rock under.