lunes, 27 de septiembre de 2010

Kim Ki-duk - Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera

Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera es un cambio significativo en la obra del cineasta Kim Ki-duk.
El tema subyacente a sus películas, en las que expresa una mirada sobre las relaciones humanas: pecado, culpa y redención, no encuentra en la violencia explícita un modo de realización, sino que se convierte en metáfora budista.
Alegoría con contenido moral, utiliza las estaciones del año aludidas en el título para describir el arduo y doloroso camino del aprendizaje.
La vida concebida como un ciclo que permite acceder a un mayor conocimiento, en tanto y en cuanto, se cumpla en armonía con lo que nos rodea, alejado de tentaciones y siendo conscientes de las consecuencias de nuestras actos.
En una escena fundamental, se representa el karma, una energía trascendente producida a partir de los actos de las personas; ley de la naturaleza o causalidad.
Los actos, del mismo modo que las palabras y los pensamientos, tienen consecuencias, no en el sentido de premios o castigos, sino como efecto o resultado, tendencia o propensión.
No es un determinismo, pues el hombre es libre de elegir sus acciones, pero los comportamientos negativos conllevan consecuencias disvaliosas: pesar, sufrimiento, aflicción, en esta vida y en las sucesivas, y solo a través de un proceso de aprendizaje se alcanzaría un estado de sabiduría más elevado.